El Corazón de México

Inundando el pasado, formando el futuro

En 1947, el gobierno mexicano desvió el agua de los ríos para que durante los siguientes años se formara la presa Miguel Alemán en el pequeño pueblo de Valle de Bravo, en el Estado de México. Conforme el agua se fue extendiendo y la cantidad de ésta aumentó en el valle fértil, quedaron sumergidos los asentamientos, tierras de cultivo y el estilo de vida de las familias que se habían dedicado al campo durante varias generaciones. Estas historias trazan el legado de aquella transformación.

La presa trajo consigo riqueza proveniente del turismo y surgieron nuevas oportunidades de negocios y entretenimiento. Los integrantes de la familia Martínez pudieron salir de la pobreza ofreciendo servicios a los windsurfistas que llegaban los fines de semana desde la ciudad de México y de lugares de afluencia económica.

La familia Pineda se monta en un aumento de popularidad en las competencias de ciclismo para poder definir sus propios sueños. Y el director de una banda de marcha condujo un programa de música que hace que los callejones vibren todas las tardes gracias a la práctica de las escalas musicales. El lago también generó una nueva industria pesquera que ayudó a las personas – que lograron obtener un permiso para pescar – convertirse en clase media, muchas de ellas mujeres. 

En 2005, Valle de Bravo fue oficialmente designado “Pueblo Mágico”, aunque no todos sienten esa magia. La familia Ponce – incluyendo a los 4 hermanos de edad avanzada que jamás se casaron y viven todos juntos – fue parte de la historia de aquellos vecinos que perdieron sus tierras de cultivo, junto con su estilo de vida, cuando el agua cubrió el valle.

Desplazados del lugar casi toda su vida, nunca lograron recuperarse de la pérdida. Este no es un proyecto acerca del lago. Aquí se encuentran las historias de gente de a pie, de aquéllos quienes nos recuerdan persistentemente que nada dura para siempre y que debemos, siempre, estar abiertos al cambio: Una partera que envejece mientras atiende de manera entusiasta a sus pacientes; sabe que nadie capacitado en esta práctica tradicional llegará a ocupar su lugar cuando ella no esté. Una adivina ayuda a sus clientes a navegar su futuro a través de la lectura de cartas de tarot. Y un viudo cura su corazón herido en el viento.

Estas son historias de El Corazón de México.