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Tierra de la Miel Real

Historia por Danielle Garcia

Una abeja africanizada vuela enojada alrededor del asiento trasero de una camioneta pick-up. Israel Carrillo la agarra con sus manos y la avienta hacia afuera por la ventana. Él sonríe mientras señala el aguijón recién enterrado cerca de muchas otras cicatrices de picaduras en su piel.

Producido por Tyler Keehn Cleveland

Israel, de 39 años de edad, y su hermano David, de 41, son los hijos de Juvenal Carrillo Xuúl, un apicultor de mucho tiempo en la húmeda península de Yucatán, donde la apicultura ha sido una actividad sagrada de los mayas. Los hermanos se adentran en el verde bosque en las afueras de Tunkás para extraer miel floral. Ambos cubren sus cuerpos con trajes blancos y redecillas para la cabeza antes de sumergir sus manos en cajas zumbantes. El aire se llena de humo. Enseguida, Israel asalta los panales.

“Si algo sale mal o te atacan, corre tan rápido como puedas hacia la carretera”, dice David. “Si estás nervioso o asustado, ellas pueden sentir tu miedo y te atacarán”.

Las abejas son unas de las más trabajadoras de Yucatán. Esta península – rica en vegetación que sobresale del Golfo de México y del Mar Caribe – produce más de dos tercios de la miel de México, y ésta hace del país uno de los mayores exportadores de miel, especialmente a Alemania.

Fotos por Laura Jarriel
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La miel también da fama. Muchos expertos consideran que la miel de Yucatán se posiciona entre las mejores en cuanto al sabor, debido a la gran variedad de flores de esta tierra tropical, especialmente la codiciada Dzidzilché, la cual sólo retoña durante ocho semanas en todo el año para producir una fragrante miel de color ámbar.

La producción de miel ha incrementado el desarrollo en pueblos como Tunkás, donde enviar a migrantes a Estados Unidos y a centros turísticos populares como Cancún y Playa del Carmen compite al igual que la otra industria líder.

Una cultura antigua fluyó a través de la producción de miel, pero lo mismo con el comercio, enfatiza David. En diez años, los precios de la miel han aumentado de 3 a 43 pesos por kilo

“Cuando te comas una gota de miel, piensa en cómo esa gota llegó a tus manos”, dice David. “Juro que sin la miel Yucatán no sería nada”.

Amenazas Internacionales

Sin embargo, la antigua cultura de la miel ha cambiado. Cuando la abeja africanizada llegó por primera vez, la apicultura cayó en declive hasta que los apicultores desarrollado maneras para protegerse a sí mismos de las recién llegadas y peligrosas abejas, según Sebastien Proust, gerente de la Alianza para la Reducción de las Emisiones de la Degradación y la Deforestación en México.

La abeja foránea y migrante se contrasta ferozmente con la abeja nativa melipona sin aguijón.

Un kilo de miel de este tipo de abeja puede venderse a casi el triple del precio de la miel de abeja africanizada, pero las abejas africanizadas producen substancialmente más miel. Es por eso que apicultores como los hermanos Carrillo se centran en la miel africanizada. Especialmente durante la temporada de cosecha, las abejas se ponen agresivas para proteger su miel de los ladrones.

Pero aún más amenazante a la economía y al ambiente, es el hecho de que en Estados Unidos y Europa las abejas están desapareciendo a un ritmo alarmante.

En Estados Unidos, los decesos de las abejas empezaron en 2006. Un tercio de las colonias de abejas trabajadas en el país se perdieron durante la temporada agricultural 2013 – 2014, según una asociación colectiva liderada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La temporada más reciente muestra que las pérdidas incrementaron a un 42 por ciento. Incluso el Presidente Obama se preocupa. El año pasado, él creo una Fuerza Polinizadora Especial de Salud para combatir las pérdidas de las colonias de abejas.

Es muy posible que los factores que estén detrás de estas pérdidas sean los pesticidas, la deforestación y la enfermedad, de acuerdo a la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Otros expertos culpan al cambio climático y a la modernización.

Algunos dicen que las abejas no están muriendo necesariamente, sino que no están regresando a sus panales, lo cual contribuye al fenómeno llamado Trastorno de Colapso de Colonias (CDD por sus siglas en inglés). Eso pasa cuando un panal pierde población y sólo tiene una abeja reina, abejas prematuras y unas cuantas (o puede que ninguna) abejas obreras.

Fotos por Laura Jarriel
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La miel de los pueblos antiguos

Desde las antiguas pirámides y templos hasta las rocas conservadas dentro de edificios modernos, la cultura Maya hace que su presencia se conozca en la península de Yucatán. Para los mayas, las abejas también jugaban un papel espiritual. Ah Mucen Cab era el dios de las abejas, y la imagen de una abeja descendiendo puede verse en las ruinas de Tulum en la costa caribeña de Yucatán. Los monjes cosechaban miel dos veces al año de unas abejas especiales sin aguijón como parte de una ceremonia religiosa. Los descendientes de los mayas hacen un tipo de aguamiel conocida como balché y hoy en día la usan en ceremonias religiosas.

La antigua tradición maya que consiste en trabajar con abejas sin aguijón está disminuyendo. David cree que depende de la gente como él, quien aún se identifica como maya, que la cultura se preserve. Con un librito de color amarillo que detalla la apicultura de abejas sin aguijón, el hombre de no mucha estatura dice que a él mismo le gustaría empezar esta práctica dentro de más o menos un año.

David aún acude a los rituales mayas y ha ayudado a enseñar maya a la gente que habla español. En su pueblo natal, Tunkás, el maya aún puede escucharse con frecuencia, especialmente entre los más viejos.

Fotos por Laura Jarriel
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Tiempos modernos

En Tunkás, la población no excede las 3 mil 500 personas. En las calles abunda el silencio, excepto por el estruendoso ruido de una bocina en una camioneta que anuncia: “¡zeta, zeta, zeta gas!”. Los motociclistas y ciclistas vuelan y pedalean en las carreteras, ya que sus medios de transporte son la forma más popular de tránsito. Algunas chozas de concreto con techos de palma yacen al lado de casas con tres recámaras y cubiertas de brillantes tonos rosas, amarillos, rojos o azules. Algunos hogares presumen tener refrigeradores nuevos, pantallas planas y lavadoras, debido a las remesas que envían migrantes de Cancún o Estados Unidos. En otros hogares puede haber sólo televisores viejos.

La industria de la miel les ha permitido a los hermanos Carrillo apoyarse a sí mismos y a sus familias. Una cosecha (de noviembre a junio) le trajo a David $150 mil pesos.

El resto del año, David vende cera orgánica que saca de los panales y también hace trabajo de agricultura. Él espera recibir una patente del gobierno para hacer crecer su negocio de cera, el cual está cruzando la calle de su casa.

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Pero muchos en Tunkás simplemente migran. Cada vez lo hacen más y más. Desde la década de los noventa, más de la mitad de la población del pueblo ha migrado, según los habitantes. A pesar de la disminución de gente, el incremento económico que los migrantes envían a sus familias en Tunkás ha ayudado a que el pueblo evolucione y se desarrolle, y el cambio es visible. Ahora hay un campo de beisbol con todo y gradas. Una plaza de gran tamaño yace cruzando la calle del edificio municipal con conexión a internet inalámbrico, el edifico está pintado de un vibrante color turquesa, el cual en el verano se cubre con la sombra de los árboles de hojas naranjas y rojizas.

“Quiero ser feliz con mis hijos, eso es… importante para mí”, dice. “Yo pertenezco aquí”

David, quien es divorciado, está seguro de que nunca dejará Tunkás, donde sus dos hijos, su nieta y su madre viven. “Quiero ser feliz con mis hijos, eso es… importante para mí”, dice. “Yo pertenezco aquí”.

“Cuando sea que te comas una gota de miel, piensa en cómo esa gota llegó a tus manos”, dice David. “Juro que sin la miel, Yucatán no sería nada”.

De tal padre, tal hijo

Mucho de lo que David y su hermano Israel saben acerca de la apicultura, lo aprendieron de su padre cuando eran niños. Tal como lo hacía éste antes que ellos, David e Israel mantienen los panales sin pesticidas y creen que la cosecha orgánica de abejas produce montos mayores de miel. “Cuando íbamos a checar a las abejas, él me enseñaba cómo organizar la caja, cómo saber la edad de la abeja reina”, dice David.

Al igual que su padre, Israel siente un cariño especial por sus abejas. “Cuando voy a checar a mis abejas, no siento que sean agresivas conmigo, pero cuando alguien más va, ellos no reciben el mismo trato”, dice. “Yo sí siento que hay una conexión entre abejas y apicultor”.

David también encontró un gusto en la apicultura.

Él dice que se parece a su ya difunto padre por la baja estatura, su complexión firme y sus rasgos mayas; se parece incluso más que su hermano. El apellido materno de su padre, Xuúl, es inconfundiblemente maya. Al igual que su padre, David está satisfecho con una vida simple. A diferencia de su padre, él aprecia algunas de las cosas modernas que la tecnología tiene para ofrecer

Ambos hermanos, junto con otros cuatro, crecieron con muy pocas comodidades materiales, como una estufa, una lavadora, o una televisión, dado que su padre se rehusaba a pagar electricidad. Hoy en día, David posee dichas máquinas, pero dice que ahí la gente no busca vivir con bienes lujosos, ellos prefieren el valor de una vida simplificada

Su padre sólo usaba una bicicleta para transportarse, y todo lo hacía con sus manos en lugar de usar herramientas. Él creció siendo huérfano y se rehusaba a adaptarse a la modernidad.

“¿Estás loco? Compra un carro, una estufa”, dijo alguna vez David en broma. “Es como si estuvieras en el Tour de Francia porque nunca te deshaces de tu bicicleta”.

Su padre trabajaba todo el día, todos los días, desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Hacía apicultura y agricultura. “Él nunca se detenía”, dice David. “Él era un hombre sin vicios, no tomaba ni fumaba. Era adicto al trabajo”.

Ese hombre de edad mayor trabajó hasta sus últimos días. El último deseo de Juvenal Carrillo Xuúl fue que lo llevaran a su granja y a sus panales.

Fotos por Laura Jarriel
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Pasos

En el año 2000, cuando David trabajaba en Cancún, recibió una llamada telefónica de su padre.

“¿Puedes venir y cuidar mis apiarios, David?” le preguntó su padre.

“Claro, papá”, respondió David. Sin tardarse, se fue de Cancún a Tunkás sin saber lo que en verdad quería decir su papá..

Su padre, de 62 años de edad, había sido diagnosticado con cáncer terminal en el riñón, y se le dieron unos meses de vida. David se quedó con él, quien era su modelo a seguir y su mejor amigo. Ambos fueron a visitar los panales.

Él último deseo de Juvenal fue que lo llevaran de paseo después de que falleciera.

La luz del sol bañaba a Tunkás el día del entierro de Juvenal Carrillo Xuúl. David y el conductor de la carroza llevaron el cuerpo de su padre, vestido de blanco, a los apiarios. Era algo privado, nadie más sabía de ello.

La silenciosa melodía de las zumbantes abejas envolvía a David, al conductor y al cadáver.

Una hora después, al medio día, el funeral empezó para Juvenal Carrillo Xuúl.

"La silenciosa melodía de las zumbantes abejas envolvía a David, al conductor y al cadáver"

David no lloró, pero la muerte de su padre fue lo más difícil que él pudiese haber superado. Durante los siguientes 15 días, él se despertaba al escuchar a su padre hablándole; un día, al amanecer, incluso pensó escuchar sus pasos.

David y su hermano mayor se hicieron cargo de los apiarios. Ellos esperan heredarles esta práctica a sus hijos. De esa manera, la miel mantiene vivo el espíritu de su padre y de todos aquellos que vinieron antes que él.

“Cuando una persona está ausente… puedes mantener a esa persona viva a través de todo lo que él o ella te enseñó”, dice David.