UNA HISTORIA DEL FUTURO

Escrito por Desiree Cousineau 
Traducido por Alland Escobar
Video by Amanda Ogle


Agustina Rivera se encuentra sentada frente a Eva Martínez. Entre ellas hay cuatro filas de seis cartas de tarot. La tienda es tranquila excepto por la lluvia que golpetea el empedrado de la calle.

Con la punta de sus dedos, de los cuales la mayoría lucen anillos, Eva voltea una carta, hace una pausa y le pregunta a Agustina que más desea saber. “Lo que más me importa saber es si mi padre va a cambiar”, dice Agustina.

En cuanto al tarot se refiere, esta lucha radica en que debemos tener fe en el plan que tiene Dios para cada uno y el deseo que tiene el humano por saber su futuro.

Entonces los anillos en sus dedos resonaron y Eva señaló la carta de la separación. Apartó su largo cabello color naranja de su cara, mostrando así la sombra de sus ojos, color verde y dorada, que brilla a la luz del sol de la tarde. Agustina se acerca a la mesa deslizando su silla de plástico blanco y espera la respuesta.

 

La popularidad creciente del Tarot

La tienda de tarot de Eva Martínez se sitúa en una angosta calle con vista al cementerio en el municipio de Valle de Bravo. Ella es una de un puñado de tarotistas alrededor de todo el municipio y a su vez parte de una creciente tendencia. En muchas partes de México existe una lucha constante entre la tradición y la vida moderna. En cuanto al tarot se refiere, esta lucha radica en que debemos tener fe en el plan que tiene Dios para cada uno y el deseo que tiene el humano por saber su futuro, y entre creer en el destino y la necesidad de sentirse en control de su destino. Cada vez son más los latinoamericanos que recurren a las cartas de tarot para obtener respuestas y a los tarotistas como consejeros.

En el 2010, el 72 por ciento de los latinoamericanos se identificaron como católicos, pero muchos de ellos están pasando de los sacerdotes y la confesión a las cartas y las limpias, una práctica que muchos sacerdotes denuncian.

Eva mantiene una expresión neutral mientras mira a su clienta, quien quiere saber si su padre cambiará.

“No, no cambiará”, le dice Eva. “Pero Dios siempre hace su justicia divina”.

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Su primera predicción

Era una fría mañana en noviembre de 1951 en la ciudad de México, Eva estaba sentada con su abuela paterna, tomándole las manos. La madre de Eva los había abandonado ese año cuando ella tenía tan sólo tres años de edad. La abuela de Eva estaba tratando de llenar el vacío que su nuera había dejado. Para las 9 de la mañana la familia ya había ido a misa y se encontraban desayunado; estaban listos para comenzar su día.

El tío de Eva, de 18 años de edad, iba pasando por el cuarto donde éstas se encontraban, cuando de pronto, Eva soltó la mano de su abuela. Eva había visto algo—algo a lo que ella se refiere como su primera predicción.

“Te van a matar”, le dijo a su tío.

“¡Cállate! No digas esas cosas” contestó la abuela.

De acuerdo con Eva, dos meses después, el 10 de Enero, el amigo de su tío llevó malas noticias a la casa donde vivía. Adalberto estaba muerto, justo como Eva había predicho.

“Es un don que Dios me ha dado desde que era pequeña”, dice Eva.

Eva puede ver el futuro de los demás, sin embargo no ha tenido la misma suerte prediciendo las tragedias de su vida personal. Su padre la dejó cuando ella tenía nueve años. Dos de sus hermanos murieron. Dos de sus tres hijos murieron, ambos por una enfermedad cuando tenían menos de un año de vida. Se comprometió cuatro veces pero nunca se casó. Fue madre soltera en una época en la que en México “era como un crimen”.

Más aún, Eva no ve sus infortunios como una contradicción a su habilidad de predecir el futuro. Por el contrario, siente que sus tragedias la conectan con sus clientes de modo que no sería posible que ella eludiera sus penas personales.

“He sufrido muchas cosas malas, y eso es lo que me hace entenderlos”.

 

Algo malo está pasando

Un domingo de junio del 2014, Eva subió al camión a las siete de la mañana para viajar a la ciudad de México de Valle de Bravo. Ella hace este viaje al menos dos veces al mes para ayudar a sus clientes de ambas ciudades. Pero sus viajes a la ciudad de México también involucran algo personal porque su hija vive allá.

Cada que Eva regresa a Valle de Bravo su bisnieto Angelo cuenta los días para volver a ver a su abuela en la ciudad de México.

“Él es mi más grande amor”, dice Eva.

Después de llegar a la casa de su hija y de haber recibido los abrazos de 15 días en uno solo, Eva suelta a su nieto. Entre semana, la casa de su hija funciona al mismo tiempo como restaurante. A lo largo de las paredes naranjas hay cartulinas de color verde neón anunciando los platillos del día.

Eva se dispone a ayudar a su hija Teresita del Rosario Martínez Tovar a preparar el desayuno, pero ella no le permite hacerlo.

Unos instantes después, tacos de pollo, bistec y ensalada se sirven a lo largo de la gran y rectangular mesa. Repentinamente Eva interrumpe la comida levantándose y poniendo las manos sobre la mesa.

“Te van a matar”, le dijo su tío.
“¡Cállate! No digas esas cosas” contestó la abuela.

—Algo malo está pasando.

Su hija apenas si quita la mirada de su plato. Angelo está ocupado haciéndose otro taco.

— No sé qué es, pero algo malo está pasando, repitió.

Los arranques y las predicciones de Eva son comunes para su hija y su bisnieto. Pero no todos en su familia han estado dispuestos a aceptar su vocación.

“Hace que esté distante de mi familia”, dice Eva. “Cuando algo les pasa inmediatamente dicen: ‘Ay, mi hermana me hizo brujería, ay, mi tía me hizo esto, ay, mi prima me hizo lo otro’”.

Eva conoce muy bien el dolor que causa la separación de la familia. A los 23 años Eva localizó a su madre y le expresó el deseo que sentía de reconstruir ese lazo, pero su madre le cerró la puerta en la cara. Eva ha visto a su madre ocho veces en la vida. Sólo dos de sus nueve hermanos le hablan, y ha optado por no contactar a los demás, después de años sin que le contesten las llamadas.

“Cuando estás en este trabajo, estás destinado a estar solo”, dice Eva.

Ell piensa que las reservas de su familia con respecto a las cartas de tarot derivan de su profunda fe cristiana; incluso Teresita, quien admira a su madre por usar el don contra las adversidades, no permite que Eva realice limpias a sus clientes en su casa.

 

La fe y el tarot

Eva hace la mayoría de sus lecturas sentada detrás de una simple mesa de madera en su tienda, “Eva Luz”. La pared que está atrás de ella tiene un pequeño santuario dedicado a su fe católica. Crucifijos de todos los tamaños se mezclan con pinturas que representan los ángulos y la vida de Jesús. Ella cree que su capacidad de ver el futuro es un don de Dios y reza varias veces al día. Sin embargo, la Iglesia Católica no muestra el mismo apoyo para la línea de la obra de Eva. La lectura de cartas de tarot, que se remonta hasta el siglo 15, es considerado un pecado por la iglesia.

«La religión tiene sus propios fundamentos», dice el padre Alejandro Guadarrama, un sacerdote de Valle de Bravo. Él cree que el pecado va más allá de la persona que realiza la lectura y de la persona que la recibe.

“Ellos tienen la conciencia de entender que está mal. Tienen la conciencia que enfada a Dios. Tienen la conciencia que es un pecado. Es por eso que se confiesan” dice el sacerdote.

Algunos pueden confesar que han recibido orientación por parte de un tarotista, pero hay otras confesiones que nunca se verán dentro de un confesionario.

Alexander “Robin” Kaczmarczyk Gonzáles es otro tarotista de Valle de Bravo, pero aquí es donde las similitudes con Eva se detienen. Robin, quien nació en México, vivió en Estados Unidos hasta el 2001. Regresó a México después de que sucedieran los ataques del 11 de septiembre, ya que tuvo teorías de que hubo una conspiración.

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Robin no es católico pero la mayoría de sus clientes lo son, así que empieza cada sesión leyendo una parte del libro del Nuevo Testamento de la Revelación que dice: “Aquellos que practican el espiritismo, los idólatras y todos los mentirosos, su parte será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la segunda muerte”.

“Tienen que venir sabiendo que la mayoría de los libros sagrados lo mencionan”, dice Robin.

Sin embargo, a pesar de sus advertencias, sus clientes casi siempre continúan con la lectura o la limpieza. Él lo llama ayuda siquiátrica barata.

«He visto de todo, desde el abuso de menores, asesinatos, golpizas a esposas. El truco del tarot es que la gente confiesa».

Eva, también, ve a su tienda de tarot como un lugar para escuchar a las personas que sólo necesitan un lugar para hablar de sus problemas; como ejemplo cita a su asesora de mujeres abusadas en el matrimonio. Cuando algunos sacerdotes pueden decirles que se acostumbren a eso porque el divorcio no es permitido en la religión católica, Eva tiene un punto de vista diferente.

“Si alguien dice ‘no tengo casa’, le digo que se puede quedar en mi casa. Si puedo ayudarte, trataré de ayudarte”.

 

Las bendiciones de su vocación

Es jueves por la mañana en la tienda de Eva, una clienta entra por la puerta de metal color negro. Antes de que Eva saque las cartas, la clienta le entrega una bolsa de pan recién horneado. El rostro de Eva dibuja una sonrisa de lado a lado.

El trabajo de Eva le cuesta la mayoría de sus relaciones, sin embargo su misma profesión la ha conectado con personas que la consideran su familia y que están más que dispuestos a llenar el vacío que han dejado sus parientes.

“No siempre se trata de leer las cartas, sino simplemente de ser una amiga. Esa es la razón por la cual vivo en Valle, para ayudar a las personas y apoyarlas”.

Eva mira alrededor de su tienda y sonríe.

“No soy rica, pero soy archimillonaria en bendiciones”, dice Eva, “en muchas bendiciones”.

Los buscadores

Fotos por Desiree Cousineau

Los clientes de Eva prueban esa ayuda deseada con su futuro, la cual viene de diferentes pasados. Cinco de esos clientes ofrecen explicaciones de lo que verdaderamente buscan al entrar en su tienda.


Lidice Urbinez Mercado

45 años de edad, ama de casa.

He encontrado mucha paz con esta señora. Para mí [la vela] es una luz, me da paz y tranquilidad en mi casa.
Vengo muy seguido a verla porque confío en ella y gracias a ella he nacido de nuevo. He nacido de nuevo. La verdad es que quiero mucho a Eva y gracias a ella ahora soy lo que soy.


Rubén García Garibay

30 años de edad, vendedor de joyería.

Ella me ha dado mucha confianza y todo lo que me ha dicho ha funcionado.

Ese es el por qué aún sigo estando con Eva. Por eso, cuando necesito hablar, vengo aquí y hablo con ella. Ella me ayuda.

 


Agustina Hernández Rivera

31 años de edad, auxiliar laboratorista químico.

Cuando vengo, espero encontrar respuestas favorables. Más que consultar a una persona que lee las cartas, es consultar a una amiga, y con ella, tenemos el sentimiento de que es más que una amiga.

 


Balbina Anselmo Caballero

38 años de edad, ama de casa.

Una vez iba pasando por aquí y vi el letrero y llamó mi atención. La señora Eva me ha inspirado confianza.

Vengo aquí [ahora] por la salud de uno de mis hermanos. [Eva] te da un consejo que algunas veces no puedes encontrar afuera, y simplemente alguien que te escuche y te dé un abrazo.

 


Maria Cristin Salgado

63 años de edad, fisioterapeuta.

Me sentía inquieta cuando la conocí porque no estaba acostumbrada a buscar este tipo de información. Pero pienso que todos en la vida han tenido esa curiosidad.

Hace referencia a muchas cosas que es imposible que ella supiera, porque no me conoce, y me sorprende y me ayuda; hace que me dé cuenta de ciertas cosas con las que tengo que lidiar. [La carta es] el balance de las emociones. Quiere decir que no las tengo en orden, o que le estoy dando prioridad a algo que en este momento no importa.